
Cuestión de Práctica (en teoría)
Sobre Teoría y práctica de Francisco Bitar
Tusquets 2018
Por Manuel Crespo
Dos de los cuatro cuentos que componen Teoría y práctica, “Para Elisa” y “Siempre hay explosiones a lo lejos”, se construyen desde la metaliteratura. Lo que se despliega frente a nuestros ojos —nos dice quien narra— es un relato y las personas que lo pueblan son en realidad personajes, roles que las primeras páginas muestran desnudos y que el cuento deberá dotar de individualidad y espesor.
Se trata de una estrategia que a estas alturas no va a ganar puntos por originalidad (Borges, Calvino y varios otros la perfeccionaron hace décadas), pero que termina jugando a favor de las tramas, ubicándolas en una zona diferente a la que hubieran ocupado si el método hubiera sido más evidente o directo. Al fin y al cabo, no son cuentos fantásticos, sino enfáticamente realistas, urdidos a partir de anécdotas e intimidades menores. Si Bitar no los hubiera dislocado desde la forma, quizás sólo estaríamos ante la presencia de otro producto del muy trajinado realismo sucio.
El título del libro es prueba suficiente de que el autor santafecino escribe pensando en los dos sectores de la experiencia literaria. Le importan tanto los hechos como el armazón invisible que los aglutina. Las historias que contiene Teoría y práctica son esquemas robustecidos por una vecindad de temáticas más o menos comunes: el desamor, la imposibilidad de soltar el pasado, la búsqueda de significado en un paisaje urbano que no hace otra cosa que aturdir.
En ese sentido, los otros dos relatos corren al mismo ritmo de los ya mencionados. “La fuerza que lanzará la flecha hacia adelante” quizás sea el relato más patético del conjunto (o más cargado de patetismo, para evitar las malas interpretaciones), mientras que “El próximo nivel” labra una inquietud casi apocalíptica alrededor de una anodina historia de infidelidad.
Hay en todos los cuentos, además de una persecución formal, una cohesión estilística. Bitar escribe prosa como si escribiera poesía: con párrafos breves y medidos, con oraciones cortas y lúcidas que a veces dan la apariencia de fragilidad y otras veces se imprimen en la página como sentencias. Será que eso también es parte del juego entre teoría y práctica, un hábito más de esa línea de frontera donde el observar y el hacer son posibilidades intercambiables, dos caras de lo mismo.